

Tutorial de cómo no aprender a dibujar
español
Comencemos por el principio: ¿qué es dibujar?
Dibujar es, sencillamente, crear imágenes a partir de líneas, puntos y formas. Es una manera de expresar y sintetizar lo que representa la realidad para cada uno.
Partiendo de esto, quiero contarles un poco cómo ha sido mi proceso con el dibujo y mi forma de plasmar mis propias imágenes o realidades a través de garabatos y mamarrachos.
Mi proceso se divide en dos partes: antes y después de mi primer profesor de dibujo. Este profesor marcó un antes y un después en mi desarrollo como artista.
Lo conocí en el primer semestre de mi carrera, y lo que más me gustó de sus clases fue la libertad que me permitió experimentar, más allá de cualquier pretensión de ser artista. Con él, entendí que los garabatos y los mamarrachos podían surgir de mí sin miedo a la crítica.
Desde niña me gustó el arte, pero, por circunstancias de la vida, dejé de dibujar por un buen tiempo y me interesé en otras cosas. Sin embargo, lo visual siempre me llamaba. Cuando salí del colegio, obviamente, escogí una carrera relacionada con las artes visuales y me presenté a la universidad.
Tenía mucho miedo porque nunca había recibido una educación formal en artes. Nunca había tomado clases ni cursos; mi acercamiento a las artes visuales había sido completamente empírico y con los pocos recursos que tenía a mi alcance, tanto en información como en materiales.
El día del examen de ingreso me sentí muy intimidada. Veía a mis futuros compañeros y sentía que estaban muy por encima de mí (una que se deja llevar por las pintas, las apariencias y esos estereotipos de cómo se debe ver un artista).
Muchos de ellos ya tenían la formación que a mí me faltaba, y eso me hacía sentir aún más pequeña. Pero lo importante es que me presenté y pasé, junto a muchos de esos compañeros que en un principio me intimidaban, pero que con el tiempo se convirtieron en un apoyo fundamental. Durante mi tiempo allí, aprendí mucho de cada uno de ellos.
Y así llegamos a mi primer profesor de dibujo. En la primera clase, nos tocaba dibujar un pupitre que teníamos al frente. Como siempre, yo estaba con el papel y el lápiz en la mano, sin tener ni idea de qué hacer, cómo darle volumen, perspectiva. Todo era un caos dentro de mí. El profesor me vio y, simplemente, me dijo:
dibuja lo que tienes al frente, como tú lo ves o como tu mano pueda verlo. Y empecé. Al finalizar me dijo: Pariste esa silla.
El profesor no me dijo “está bien” o “está mal”, ni intentó corregirme; simplemente lo miró y ya. Así fue con todo lo que hice en su clase de ahí en adelante. Sé que la retroalimentación es importante, pero en el punto en el que yo estaba, no la necesitaba, y mi profesor lo entendió. Me guió de una manera en la que mi miedo no me devorara.
Mi frustración siempre fue no poder plasmar de manera realista lo que veía, incluyendo todos los elementos que rodean el dibujo: perspectiva, volumen, profundidad, etc. Con el tiempo fui aprendiendo y desarrollando estas habilidades, pero a mi manera.
Luego, en segundo semestre, tuve dibujo con otra profesora. Era una docente con un enfoque más tradicional y, en una de sus clases, nos dio como referencia una fotografía de Hannibal. El ejercicio consistía en replicarla con precisión. Hice mi mejor esfuerzo, pero cuando le mostré mi trabajo, ella lo observó detenidamente y dijo:
“Por mucho tiene un dos. Mucha expresión, pero poca técnica. De artista no tiene nada.”
Obviamente, ese comentario me tocó y me dolió (no soy de palo). Aun así, respeté su forma de enseñanza y lo tomé como un reto. Después de aquel incidente, me inscribí en varios cursos de figura humana y paisaje, miré tutoriales y probé todo lo que se puedan imaginar para aprender a dibujar de la manera que yo consideraba «correcta», la que le gustara a la gente y, sobre todo, a aquellos del ámbito artístico. En ese momento, creía que eso era lo más importante.
Pero no. Nunca pude, y hasta el día de hoy no he logrado dibujar como otros esperan que se haga “bien” o de forma figurativa.
En cuarto semestre, volví a tener clase con mi primer profesor. Un día, me vio tan frustrada que me dijo:
“Lo mejor que te puede pasar es no aprender a dibujar. Tienes un estilo, y ese es no saber dibujar como los demás. Aprovecha lo que tienes y dale tu propia perspectiva y profundidad.”
Cada vez que me siento frustrada por mis “mamarrachos” o garabatos, recuerdo esta frase y pienso: Voy a hacer lo que se me dé la gana. Voy a dejar de buscar aprobación en la gente y a disfrutar de lo que soy, aceptándome desde mis formas.
Y ahora, después de esta larga introducción, aquí comienzan los pasos para este tutorial:
1. Entiende que dibujar es cualquier cosa.
Un dibujo puede ser una línea, un punto que se convierte en otra forma, trazos meticulosos y realistas o composiciones completamente deconstruidas y abstractas. Haz lo que te gusta y dibuja como puedas y como quieras, con los recursos que tengas. Empieza a crear desde lo que ya posees, sin pretensiones ni búsqueda de aprobación.
2. Disfruta de tus garabatos y formas.
Esos también son dibujos. Disfrutar el proceso significa estar presente en él de manera consciente y, sobre todo, hacer lo que te gusta. Aceptarte y conocerte como artista es parte del camino.
3. No dejes de practicar desde tu estilo.
Está bien hacer cursos, aprender de otros artistas, mirar tutoriales y recibir retroalimentación. Lo único que no debes hacer es caer en la trampa de querer dibujar como los demás o como se supone que un artista «debe» hacerlo.
Practicar y estudiar es necesario, pero con el tiempo, irás mejorando desde tu propia voz artística.
Si llegaste hasta aquí, gracias por leerme y conocer un pedazo de mí. Espero que sigas creciendo como artista y construyendo un proceso creativo que te lleve a donde quieres estar.
Que sigamos dibujando y mucho.
